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¿Por qué ha subido el precio de PS5?


Si estabas esperando a que PS5 rebajase su precio, tenemos malas noticias: Sony ha anunciado que, con efecto inmediato, sus consolas de nueva generación pasan a costar 50 euros más o su equivalente en todos los mercados menos el de Estados Unidos. En el caso de España estamos hablando de 550 euros el modelo de PS5 con lector de Blu-ray y 450 su contrapunto exclusivamente digital. Si quieres jugar con ella, además, tienes que comprar un juego aparte o plantearte uno de sus tres modelos de suscripción.

Un movimiento todavía más complicado de entender partiendo de que son los mismos modelos de hace dos años. La misma capacidad de almacenamiento de las PS5 de lanzamiento, el mismo diseño con solapas y, pese a que con motivo de la Gamescom 2022 se mostró un mando DualSense mejorado, seguiremos teniendo el de 2020 al abrir la caja. Por cierto, si queremos tener la consola de otro color que no sea blanco las carcasas también se pagan por separado.


Ahora bien cabe la posibilidad de que este aumento de precio repentino y sin previo aviso -algo absolutamente insólito en modelos a punto de cumplir dos años- no frene drásticamente a los más interesados viendo cómo han estado expuestos a los problemas de stock que ha sufrido la consola desde prácticamente su lanzamiento. Puede que de manera indirecta se haya beneficiado a los Early Adopters y a los primeros en estrenar consola, pero eso no quita que sea un feo en toda regla.


A partir de aquí toca plantearse lo esencial: qué ha impulsado este movimiento, qué efectos tendrá de cara a su planeada expansión frente al modelo de Xbox y cómo afectará al futuro de una PS5 cuyos exclusivos, por cierto, han iniciado un desembarco masivo en PCs. Incluyendo la reciente llegada de Death Stranding al propio Game Pass. Vayamos por partes.


Lo esencial: ¿por qué Sony ha subido el precio de PS5?

Si bien, la verdadera respuesta la encontramos en las oficinas de Sony, el problema lleva varios años delante de nuestras narices: la distribución de PS5 ha sido una pesadilla para todo el mundo. Para fabricantes, distribuidoras, desarrolladoras de juegos y también los interesados en hacerse con una, desde luego, y no han sido pocos: hace un mes se superó la barrera de 21 millones de consolas vendidas incluso con la escasez de componentes. Siendo, desde su lanzamiento, un visto y no visto en las estanterías digitales.

El precio de 500 euros era la barrera menor a la hora de estrenar PlayStation, pero era una barrera importantísima.


La otra realidad es que, si bien, desde finales del año pasado estrenar PS5 no es una misión tan imposible, aunque tampoco es sencillo, el modelo de distribución ha seguido siendo un caos. Al punto en el que para que poder acceder a la consola hemos visto como distribuidoras y tiendas han sumado a la PlayStation de nueva generación lotes con extras muy específicos, incluyendo un segundo mando, juegos o mandos adicionales. Es decir, para comprar una consola de 500 euroshabía que poner por adelantado 700 euros.


A partir de aquí una consideración esencial: si algo hemos aprendido del intento de ofrecer un estándar de consolas como 3DO y su sonado fracaso es que, salvo excepciones, las nuevas consolas se venden al gran público bastante por debajo de su propio precio de fabricación y, posteriormente, se recupera con creces esa cantidad a través de la venta de software. Tanto a través del software producido en casa (en este caso, PlayStation Studios) como del porcentaje que recibe de socios y terceros. Algo que, por cierto, le ha metido en problemas recientemente en el Reino Unido.


¿Y qué pasa cuando no tienes stock de consolas, estas llegan con cuentagotas a los hogares, el valor de los componentes no baja lo suficiente, se mantiene o encarece y tus beneficios dependen de la venta directa de juegos? Básicamente, toca dar el volantazo que ha hecho Sony.

La nueva generación de consolas se le ha atragantado a la propia PlayStation como marca. Y para bien. Al punto que, salvo excepciones muy específicas, hasta 2023 sus máximos vendeconsolas han sido repartidos tanto en PS4 (Horizon Forbidden West, Gran Turismo 7, God of War Ragnarock...) y en PC (Uncharted, Spider-Man o The Last of Us, entre otros). Y no lo vamos a negar, si no se hubiese sumado al carro de la retrocompatibilidad con PS4 su posición como consola de nueva generación sería muy diferente.


No menos importante es la inflación. De hecho, la propia Sony achaca este cambio de precio a la misma. Pero volvemos a lo mismo: la venta de los juegos sostiene el precio de salida, y PlayStation estaba en un auténtico atolladero en ambos frentes.

Lo cual no resuelve el gran problema: la crisis de producción y distribución de PS5 no se ha solventado en absoluto en estos dos años. Incluso reservarla antes de que se pusiese a la venta era un drama. Si a esto le sumamos el otro gran problema, la inflación, toca tomar en consecuencia una decisión muy incómoda: alinear otra vez la cifra que marca la etiqueta de la consola con su precio real.


Llegados a este punto, y partir de aquí, tocará dar el auténtico relevo generacional y darle todavía más valor a sus propios juegos y servicios. Algo que se le ha complicado todavía más con una Xbox decidida a romper la baraja.


Cómo queda PS5 frente a la contraoferta de Xbox

La manera en la que Xbox ha planteado su modelo lo deja en una posición mucho más ventajosa que PlayStation. De partida, porque no necesitas comprar una consola Xbox para acceder a sus juegos. Además del juego en la nube de Xbox Cloud gaming, títulos como Halo Infinite, Forza Horizon 5 y Sea of Thieves llegan a Steam desde el día de lanzamiento. Y pese a que se incluyen sin coste adicional en el servicio Game Pass de PC, la otra realidad es que rinden bastante bien en la tienda de Valve.


Xbox Game Studios produce juegos, tal y como se espera de su propio nombre, pero a diferencia de la PlayStation de hace dos años, la marca Xbox ya no está únicamente centrada en una máquina específica. Y no solo por el propio y referido sistema Game Pass, su gran caballo de batalla, sino por aspectos clave y muy bien planteados como el Smart Delivery, el uso de la nube o su filosofía de no pagar dos veces por el mismo juego que ya tienes. En consecuencia, su transición generacional ha sido impecable, incluso cuando Xbox Series X también tuvo que enfrentarse a los mismos problemas de PS5. Pero Microsoft salió adelante de otra manera.


La demanda de unidades Xbox Series X ha sido menor que las PlayStation de nueva generación, pero a diferencia de Sony, Microsoft está centrada en otras prioridades. Prioridades que pasan por convertir el Game Pass en el nuevo estándar del videojuego.


Rompiendo frontalmente con el modelo usado por PlayStation: exclusividades absolutas, relanzamientos en calidad de remasters, remakes o versiones GOTY o Director's Cut y, en general, prestar más atención a las unidades vendidas de juegos y consolas. Algo que, como vimos, ha pasado a jugar totalmente en contra de Sony.


Que PS5 suba de precio favorece de manera colateral la alternativa de Xbox. Especialmente, la de una Xbox Series S que se convierte en la puerta de entrada más atractiva para la nueva generación. Es únicamente digital y no ofrece el poderío visual de su hermana mayor, la Xbox Series X, pero su precio extremadamente amortizable, el Game Pass y que juegos como FIFA, Fortnite, Minecraft y Call of Duty ofrezcan juego cruzado la convierte en una opción muy a tener en cuenta.


Y, sin embargo, el gran público sabe lo que es una PlayStation o ha tenido una, pero Xbox es un terreno realmente desconocido para demasiada gente.


PlayStation tiene algo que a Xbox se le escapa: es el equivalente a la Coca-Cola de la consolas. Quizás no todo el mundo, pero el gran público sabe perfectamente qué es una PlayStation 5 aunque no la haya visto jamás. Aunque no sepa qué tamaño o forma tiene. Sabe para qué sirve y dónde se puede comprar.


Hablar de Xbox Series X o Xbox Series S con alguien que no tenga claro qué es lo que tiene delante hace que hablar de PlayStation, aunque sea para ponerla de ejemplo y referencia, sea prácticamente inevitable. Y pese a que la subida de precio es un nuevo golpe en el costado para todos los interesados en estrenar una PlayStation 5, eso no va a cambiar.


Qué efectos podemos esperar de la subida de precios de PS5

La reacción comercial a la subida de precio de PS5 todavía está por ver, pero las intenciones de hacerse con una por 50 euros más o su equivalente dependerán de lo que ésta ofrezca a partir de este punto frente al resto de alternativas. De cómo jugar a God of War Ragnarock se sienta mucho mejor que en PS4 y de qué aporten juegos como los anunciados Spider-Man 2 y Wolverine.


Si en lugar de subir el precio se hubiese rebajado estamos seguros de que se hubiese agradecido la iniciativa de cara a los nuevos interesados. Los primeros compradores que vienen de generaciones pasadas incluso podían contar con un movimiento así dos años después de su llegada a las estanterías. Pero las circunstancias no son las mismas que en generaciones pasadas.


Y aunque Sony plantease una rebaja en vez de una subida, la situación problemática no cambiaría: producir y distribuir consolas es un caos que le está costando carísimo y está entorpeciendo drásticamente sus planes. Un problema letal que hay que atajar de algún modo y lo antes posible.


La marca PlayStation se encuentra frente a una gran expansión, desde luego. No solo de cara al PC sino a través de nuevos medios como el cine y la televisión. Y eso jugará a su favor. Sin embargo, será el peso de esos juegos que únicamente podrán jugarse en el sistema de nueva generación de Sony y los que no ofrezcan juego cruzado los que justifiquen la compra de la consola y pagar esa incómoda diferencia. Además, claro, de la confianza que le transmite la propia marca a los usuarios que vienen de generaciones pasadas.


Sony no está sola, que conste. Y, si bien, la adquisición de Activision Blizzard (y más concretamente de la saga Call of Duty) es un brutal revés, no podemos obviar que Square Enix blindará su propuesta de juego con Final Fantasy XVI, la segunda parte del remake de Final Fantasy VII o Forspoken. Tres juegos que, por cierto, llegarán el próximo año. Un 2023 en el que se espera que el catálogo de PS5 deslumbre e ilusione.


La otra realidad es que PlayStation VR 2, la realidad virtual de nueva generación de Sony, saldrá en cuestión de meses y todavía no tenemos claro su catálogo de lanzamiento.


Quizás Sony recoja cable y acabe replanteando de nuevo el precio de los dos modelos de PS5. No es descartable. Sobre todo, si se ve en la necesidad de hacerlo y ve que el remedio es peor que el propio problema. En cualquier caso, de aquí al Black friday deberá dejar a sus fans e interesados realmente embobados con los juegos que llegarán a su consola de nueva generación. Al menos, lo suficiente como para que paguen esos 50 euros ilusionados en lugar de resignados.



Escrito por | FRANKIE MB

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